El Consejo Fiscal Autónomo (CFA) ha lanzado un severo y categórico análisis sobre la gestión fiscal del gobierno, encendiendo la chispa de un animado debate entre las fuerzas políticas del país. En un ambiente de estrechez fiscal, el presidente del CFA, Jorge Rodríguez, dejó claro que la situación no es flor de un día. Según él, “la situación de estrés fiscal prolongada” es evidente, con la deuda pública acercándose a niveles peligrosos y con un Fondo de Estabilización Económica y Social (FEES) tambaleándose. La recomendación es palpable: se necesita una agenda fiscal concreta que abarque no solo las metas de 2025 y 2026, sino que busque la sostenibilidad a largo plazo.
El CFA también ha mencionado la ineficacia en las proyecciones fiscales. Se habla de un incumplimiento crónico que ha dejado al gobierno con gastos ya aprobados que deberán ser ajustados considerablemente para intentar cumplir con un balance estructural deseado. ¿Recortes significativos en un gasto que ya ha sido bendecido? Al parecer, sí.
Y en una pizca de ironía, se señala que el ajuste fiscal anunciado, un intento desesperado de volver a encausar las cuentas, es más una broma que una solución. Se argumenta que con un simple 18% de ajuste frente a una situación desastrosa, la administración se encuentra, más que enderezando las finanzas, jugando a la ruleta.
Mientras que el oficialismo argumenta que el informe tiene tintes políticos, la oposición pone la realidad sobre la mesa: la economía chilena está en un punto crítico. ¿Podrá el gobierno salir de este laberinto fiscal con una ceguera tan palpable hacia sus propias proyecciones erradas?
En conclusión, el CFA no solo ofrece un diagnóstico, sino que también levanta un llamado a la acción. Con casi dos décadas de déficits estructurales, Chile no puede permitirse más errores. Será crucial que el gobierno aprenda de sus tropiezos y que escuche la voz de quienes saben de economía.