Las negociaciones hacia la elección parlamentaria parecen avanzar a un ritmo frágil entre el Partido Republicano, el Partido Nacional Libertario (PNL) y el Partido Social Cristiano (PSC). Aunque los representantes de estas colectividades insisten en que las discusiones sobre los cupos aún no han llegado a su etapa más intensa, el ambiente de acercamiento se torna palpable. Sebastián Figueroa del Republicano, Hans Marowski de los libertarios y Judith Marin del PSC ya han sido designados para llevar las arengas de sus partidos. Los contactos, tanto presenciales como telefónicos, se han intensificado en semanas recientes, y otra reunión se plantea en el horizonte.
El presidente de los republicanos, Arturo Squella, se muestra optimista sobre la negociación, sugiriendo que el número de candidatos en reelección es bajo, lo que podría facilitar con gusto las postulaciones de cada partido en diferentes regiones. Pero, como buen conocedor de la política chilena, se debe tener a la vista que cuando las risas se apagan, el poder se vuelve escaso, y la ambición elevada.
Por otro lado, la cuestión de la candidatura presidencial de Johannes Kaiser flota como una nube amenazante. A pesar de su firme postura de competir en la primera vuelta, los republicanos sugieren que una estrategia conjunta podría beneficiar a todos los partidos involucrados, aunque esto suponga presionar a Kaiser a dar un paso atrás. Al final del día, no se trata solo de ganar las elecciones parlamentarias, sino de cómo se puede amoldar el camino hacia La Moneda.
La situación es frágil: Kaiser podría caer como una ficha de dominó si el panorama no mejora, y el ánimo de los republicanos se debe ajustar a una realidad donde los números en las encuestas a veces cuentan más que la lealtad partidaria. Así, el futuro del bloque se tornará incierto, pero las certezas electorales son claras: el juego está en marcha, y en la política chilena, las sorpresas siempre están a la vuelta de la esquina.