Durante una reciente conferencia económica organizada por Banco de Chile y Banchile Inversiones, la candidata presidencial de Chile Vamos, Evelyn Matthei, propuso una audaz reducción de la tasa de impuestos corporativos en Chile, que actualmente se sitúa en un 27%. La exalcaldesa consideró que esta carga fiscal es una de las principales barreras para atraer inversiones y mencionó que su objetivo es llevarla a un 18% en un plazo de diez años.
Matthei comparó la situación chilena con la de Irlanda, donde una tasa de apenas el 12,5% disparó el crecimiento económico. Según ella, el alto impuesto en Chile ha condenado al país a un crecimiento raquítico, incapaz de generar los empleos necesarios para afrontar los desafíos sociales actuales.
Sin embargo, la propuesta no ha estado exenta de críticas. Expertos tributaristas han apuntado que es fundamental considerar medidas compensatorias para contrarrestar la caída en los ingresos fiscales. Las opiniones sobre la viabilidad de la reducción son diversas. Algunos sugieren que la disminución de la tasa puede ser positiva, mientras que otros advierten sobre las consecuencias que podría tener en la recaudación estatal.
El debate no es trivial. Hugo Hurtado de Deloitte ha instado a evaluar la propuesta con cautela, sugiriendo una implementación gradual que evite estrangulamientos en la economía. Javier Jaque de CCL Auditores plantea que el efecto del crecimiento podría compensar la baja, mientras que Alberto Cuevas de KPMG destaca la importancia de considerar la estructura de gasto público y la deuda antes de tomar decisiones drásticas.
A partir de esta controversia, los gremios empresariales también han comenzado a manifestar sus posturas. Mientras que la Confederación de la Producción y el Comercio valora la propuesta como un paso hacia la alineación con estándares OCDE, la Sociedad de Fomento Fabril subraya la necesidad de un diálogo transversal sobre el tema, que parece urgentemente necesario.