El inicio de este año ha sido todo un espectáculo para el cobre, ese mineral insignia de Chile, que se encuentra a las puertas de alcanzar los US$5 la libra, ¡un hito que no se veía desde mayo de 2024! Pero, oh sorpresa, este auge no es fruto de un repunte mágico en la demanda global ni del esperado boom de la industria de autos eléctricos. No, señores, aquí el único protagonista es la incertidumbre comercial creada por las amenazas de aranceles del presidente de EE.UU., Donald Trump.
A finales de febrero, Trump firmó una orden que ordena al Departamento de Comercio investigar las importaciones de cobre. Según expertos como Carlos Smith del CIES de la UDD, el incremento actual de los precios se debe a la anticipación de aranceles por parte de EE.UU., lo que ha elevado la demanda, todo en medio de una oferta que no puede responder al nuevo ritmo.
Analistas de Citigroup ahora vaticinan que el precio del cobre podría alcanzar los US$10.000 por tonelada en marzo, impulsado por esta demanda temporal y una oferta restringida. Pero, cuidado, las buenas noticias pueden no durar. Para Mario Marcel, ministro de Hacienda, esta alza está muy relacionada con la posibilidad de aranceles, lo que podría desestabilizar la economía chilena en el futuro. Por ahora, las empresas productoras están felices, ya que la recaudación fiscal se beneficia con estos precios elevados, pero la fiesta tiene un lado oscuro.
Juan Ignacio Guzmán, CEO de GEM Mining Consulting, destaca que aunque Chile gane a corto plazo, si finalmente se imponen aranceles las consecuencias serán devastadoras, pues la demanda de cobre de EE.UU. se desplomaría. Las primeras olas de impacto no llegarían hasta julio, pero la sombra del proteccionismo asoma y podría acarrear ajustes severos en el precio a largo plazo.
En resumen, el riesgo inminente de aranceles ha dejado a Chile en una situación peculiar: precios altos de cobre gracias a una nube sombría de incertidumbre. Sin embargo, cuando esa nube se disipe, ¿qué pasará con el mercado?