Antes de asumir por segunda vez la presidencia de EE.UU., Donald Trump ya había inaugurado la amenaza de aranceles, especialmente para sus vecinos, Canadá y México. Con la llegada de su mandato, la incertidumbre se disparó, impactando a los mercados financieros. Un hito se dio el 2 de abril, cuando la administración anunció tarifas recíprocas del 10% a prácticamente todo el mundo, que entrarían en vigor el 5 de abril. Sin embargo, la negociación política permitió una pausa de 90 días, permitiendo que ciertos países, como la Unión Europea, Japón e India, tuvieran un alivio temporal.
La decisión de EE.UU. de implementar aranceles masivos ha encendido alertas globales sobre sus implicaciones para la economía mundial y las exportaciones de otros países hacia la nación norteamericana. Un estudio del Observatorio del Contexto Económico de la Universidad Diego Portales (OCEC-UDP) aborda estos efectos, resaltando que Chile exportó el 15,7% de sus mercancías a EE.UU. en el último año, ubicándose como el tercer país sudamericano más dependiente de este mercado.
El informe detalla que, aunque Chile se sitúa en una posición intermedia en cuanto a la exposición a aranceles, con un 53% de sus exportaciones a EE.UU. en riesgo, la repercusión podría volverse aguda a largo plazo, afectando indirectamente el comercio debido a una posible baja en la demanda global.
A pesar del posible golpe, el análisis sugiere que la diversificación del mercado exportador de Chile podría liberar al país de serias consecuencias. Sin embargo, ciertos productos, como uvas frescas y salmón, enfrentarían comisiones del 10%, mientras sus competidores directos pueden estar exentos, lo que podría perjudicar la competitividad chilena.
En este tablero global de comercio, la capacidad de adaptación de Chile será clave, mientras los discursos proteccionistas se instalan en el continente. ¿Está el país preparado para esta nueva tempestade comercial?