El quiebre de la centroderecha en el Senado ha revelado la falta de cohesión y gobernabilidad en un sector que se enfrenta a un duro camino de cara a las próximas elecciones presidenciales. Manuel José Ossandón (RN) se impuso a Felipe Kast (EVO) gracias al apoyo de partidos de Gobierno, la DC y otros actores políticos como el Partido Republicano y la senadora María José Gatica (RN).
Este enfrentamiento no es nuevo; ambos senadores ya habían cruzado espadas en las primarias de Chile Vamos en 2017, donde Sebastián Piñera salió victorioso. Tal parece que la historia se repite, pero con un escenario aún más fragmentado. Aunque Ossandón intentó desmarcar esta victoria de su candidatura presidencial, la oposición dentro de su sector no se hizo esperar.
El senador Luciano Cruz-Coke (EVO) hizo eco de las críticas, señalando que las ambiciones personales superan el interés común en la derecha. Francisco Chahuán (RN) se unió al coro al mencionar la ausencia de coherencia y gobernabilidad en el sector.
Desde el oficialismo, la interpretación del resultado fue casi unánime: la división de la derecha pone en jaque su capacidad de unir esfuerzos en un proyecto político coherente. Ignacio Latorre (FA) y Jaime Quintana (PPD) expresaron que esta descoordinación puede reflejarse en la futura gobernabilidad del país.
Mientras tanto, Ossandón se aferra a la esperanza de que su situación actual no se vea influida por el caos interno de su partido, aunque no oculta su tristeza al ver cómo sus propios compañeros se convierten en sus rivales más cercanos.