La reciente filtración de chats entre la diputada Karol Cariola (PC) y la exalcaldesa de Santiago, Irací Hassler, ha escalado rápidamente en la agenda pública, dejando incomodidades palpables en el Gobierno. A pesar de los intentos del Presidente Gabriel Boric de minimizar el asunto, su preocupación por la circulación de comunicaciones privadas es evidente. Durante una entrevista con Chilevisión, Boric manifestó que la Fiscalía debería actuar con mayor responsabilidad, sugiriendo que los que han permitido esta filtración actúan de manera irresponsable.
Por su parte, el ministro del Interior, Álvaro Elizalde, reforzó esta inquietud, enfatizando la necesidad de proteger la intimidad en investigaciones penales. Además, aclaró que solo deberían hacerse públicas las informaciones relevantes desde un punto de vista penal, no lo que puede ser simplemente un artefacto de chismes políticos.
Y como si esto no fuera suficiente, el ministro de Hacienda, Mario Marcel, se unió al coro de descontentos al recordar cómo el procedimiento de incautación del celular en cuestión fue “tan urgente” que coincidió con el trabajo de parto de la propietaria. Esto enfatiza el nivel de desorganización y descontrol al que estamos asomándonos en el manejo de información tan sensible.
Las conversaciones filtradas son un reflejo de un desencanto profundo, donde Cariola expresa que “este gobierno es lo peor que nos ha pasado” y admite estar “muy decepcionada” de su proyecto político. Sin duda, este acontecimiento no solo plantea preguntas sobre la ética de la Fiscalía, sino que también pone en tela de juicio la unidad interna dentro del bloque de gobierno. ¿Estamos ante un fracaso en la comunicación y confianza del oficialismo?