En medio de la tormenta política que sacude a Chile, la diputada Karol Cariola (PC) decidió renunciar este domingo a la presidencia de la Cámara Baja. Su gestión había sido reconocida por varios de sus pares, pero las filtraciones de chats y la investigación por supuesto tráfico de influencias la llevaron a dar un paso al costado.
Eric Aedo, vicepresidente de la Cámara, no escatimó en elogios al destacar el esfuerzo de Cariola. “Lo hizo por sobre los intereses particulares y partidarios”, manifestó, añadiendo que la diputada priorizó el interés común. Sin embargo, detrás de este retrato positivo se cierne una atmósfera de tensión y acusaciones cruzadas.
La situación se tornó aún más compleja con las palabras del diputado Leonardo Soto (PS), quien arremetió contra el fiscal Patricio Cooper, culpable de ordenar una investigación que, según Soto, puso en peligro la vida de Cariola y su hijo. Soto afirmó que la parlamentaria ha sido víctima de un “acoso” sin precedentes en la historia chilena, en el que la filtración de información personal ha jugado un papel crucial.
Por otro lado, la oposición no se hizo esperar. Yovana Ahumada, diputada del Partido Social Cristiano, valoró la renuncia, argumentando que Cariola no podía continuar al mando bajo la sombra de una investigación. “La probidad y la transparencia tienen que ser y parecer”, sentenció, asegurando que su partido había estado en lo correcto al exigir su dimisión.
Con esta renuncia, se abre el debate sobre la próxima mesa directiva de la Cámara de Diputados y el tiempo que queda de mandato. ¿Estamos ante un caso de justicia política o simplemente el desenlace de una historia marcada por el escándalo?