El escenario político chileno está marcado por una serie de torneos electorales que definirán el rumbo del país para el período 2026-2030. En este contexto, la derecha parece tener vientos favorables a su favor, especialmente considerando los resultados de las últimas elecciones locales. No obstante, el optimismo no debe llevar a la complacencia, pues la historia política reciente muestra cómo incluso grandes victorias pueden desembocar en períodos turbulentos.
Las prioridades del electorado, centradas en temas de seguridad y economía, parecen jugar a favor de la derecha, históricamente más alineada con estas preocupaciones. Sin embargo, los desafíos no son menores: la derecha debe enfrentar su propia cohesión interna y definir claramente para qué busca regresar a La Moneda. A esto se suma la necesidad de construir una mayoría parlamentaria sólida que respalde eventualmente su gestión, evitando los errores del pasado que han visto a gobiernos desmoronarse por falta de apoyo estructural.
Finalmente, las lecciones de años anteriores deben servir para reflexionar sobre la verdadera misión de la derecha en el comando del país. Es crucial que se articule un proyecto de gobernabilidad que responda concretamente a los anhelos de la población, evitando caer en la desconexión que ha caracterizado a otros períodos. Así, más allá de la posibilidad real de triunfo, queda la pregunta obligada: ¿Qué tipo de Chile quiere construir la derecha si vuelve a gobernar?